Investigaciones cronobiológicas en liceos de Montevideo. Una de las líneas actuales de investigación científica en cronobiología involucra a estudiantes de Secundaria de dos liceos públicos de Montevideo. Conocer por qué los jóvenes rinden de forma distinta según el turno al que asisten, así como sus diferentes niveles de atención, podría ayudar en la toma de decisiones sobre políticas públicas.
Un grupo interdisciplinario de investigadores de la Universidad de la República (Udelar) y del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE), estudian los ritmos biológicos en varias especies y su adaptación ante los cambios cíclicos del entorno. Uno de esos ritmos biológicos es el circadiano, que refiere a los cambios biológicos que ocurren a lo largo de 24 horas.
El que dirige esos cambios es el denominado “reloj biológico”, que se encuentra en el centro de nuestro cerebro, en una zona llamada hipotálamo. Es ese “reloj” el que se encarga de dirigir nuestros ritmos fisiológicos y comportamentales que ocurren a lo largo de cada día.
Los conocimientos científicos a nivel mundial sobre cronobiología son relativamente nuevos, y actualmente los investigadores buscan profundizar en las influencias que la vida moderna ejerce sobre ese “reloj” interno, ya que con la luz artificial y el uso de la tecnología, nuestra exposición a los períodos de luz y oscuridad se ve completamente alterada si la comparamos con la de nuestros antepasados, que se regían únicamente por la salida y la puesta del sol.
Este “reloj” interno que todos llevamos dentro y que utiliza el ciclo luz-oscuridad para regular, entre otras funciones fisiológicas, la secreción de hormonas y la temperatura corporal, está involucrado también en nuestras preferencias horarias para estar activos o dormir, lo que se denomina “cronotipos”. Se llama “alondras” a aquellas personas muy
matutinas, que se despiertan temprano en la mañana y se acuestan antes de la medianoche, y “búhos” a aquellos muy nocturnos, que concilian el sueño entrada la madrugada y se despiertan al mediodía.
En Uruguay, el primer estudio realizado a un grupo específico de jóvenes se llevó a cabo en 2015, en la “1ª Escuela de Verano de Introducción a la Investigación Antártica”, y fue comandado por las doctoras Ana Silva (profesora agregada del laboratorio de
Neurociencias de la Facultad de Ciencias-UdelaR y coordinadora de bases neurales de la conducta del IIBCE) y Bettina Tassino (profesora adjunta de la Sección Etología de la Facultad de Ciencias).
Uno de los aspectos que llamó la atención de las investigadoras fue que los estudiantes tenían cronotipos muy tardíos, muy “búhos”, con ciclos de sueño que comenzaban muy tarde en la noche. La otra, fue que los jóvenes vivían con deuda de sueño, ya que su agenda curricular los hacía madrugar y la social los hacía acostarse tarde. A ese desfasaje se le llama “jet lag social”.
Dormir bien, rendir mejor
Tras los primeros estudios en la Antártida, quedaba el objetivo de identificar las variables que podrían estar incidiendo en los hábitos de sueño de los jóvenes y estudiar la relación de los cronotipos (alondras y búhos) con el desempeño educativo.
Fue así que Ignacio Estevan, biólogo y profesor de biología del Instituto de Profesores Artigas (IPA), se unió al grupo de las doctoras Silva y Tassino para hacer su maestría estudiando el desempeño educativo y los hábitos de sueño de adolescentes que asistían al Liceo Nº10 (Carlos Vaz Ferreira) de Montevideo.
Estevan es ayudante grado 2 en el Programa de Neuropsicología y Neurobiología del Instituto de Fundamentos y métodos en Psicología (Facultad de Psicología-Udelar). Actualmente, realiza el doctorado de biología en el marco del Programa de las Ciencias Básicas (PEDECIBA) con las tutoras Ana Silva y Céline Vetter. Vetter es profesora asistente en el Departamento de Fisiología Integrativa de la Universidad de Colorado Boulder (EE.UU).
El científico contó a SobreCiencia que el proyecto en el Liceo Nº10 surgió por una amistad institucional del centro educativo con la Facultad de Ciencias (Udelar), principalmente por su cercanía espacial, y del entonces decano, Juan Cristina, con el
director del liceo, Gerardo Ciancio.
“Luego de estar un tiempo fuera de lo académico, me reenganché para hacer la maestría de PEDECIBA, y lo hice en el grupo de Bettina y Ana. Ellas me propusieron vincular la metodología que venían utilizando a mi trabajo en Secundaria con adolescentes. Se trata de una población interesante desde el punto de vista cronobiológico y tiene una veta aplicada a salud pública y a educación”, detalló Estevan.
La iniciativa contó también con el apoyo de las autoridades del Consejo de Educación Secundaria y con el aval y las recomendaciones del Comité de Ética en Investigación de la Facultad de Psicología.
“Existen diferentes comités de ética de investigación con humanos en distintas instituciones, y eso nos exige determinados resguardos y ciertos procedimientos. Además, hay una ley sobre ética de la investigación con seres humanos”, aclaró el
científico.
La investigación se realizó entre los años 2016 y 2018 en 400 estudiantes que asistían al turno matutino, que comenzaba a las 7:30 de la mañana, y al intermedio, cuyo horario de inicio era 11:30. Los estudiantes mayores de edad tuvieron que firmar un consentimiento, y los menores llevarle el permiso a sus padres o tutores. Los jóvenes de 4to, 5to y 6to y de entre 15 y 19 años, brindaron datos de su peso, talla, hábitos culturales y hábitos de sueño. También llenaron dos cuestionarios científicos cronobiológicos avalados internacionalmente, incluso en su traducción: el Morningness-Eveningness Questionnaire
(MEQ Horne & Östberg, 1976) y el Munich Chronotype Questionnaire (MCTQ, Roenneberg et al. 2003). Además de los cuestionarios, se utilizaron las notas como indicador del desempeño académico.
Resultados
El resultado de esta investigación confirmó la nocturnidad de los jóvenes uruguayos y mostró que los que asistían al liceo de mañana tenían un cronotipo de 5, y los que lo hacían al mediodía, de 7. El número de cronotipo se determina por la hora que marca el centro del ciclo de sueño en los días libres. Por ejemplo, si nos acostamos a las dos y
nos despertamos a las diez, nuestro cronotipo sería de 6.
Otro aspecto encontrado fue que los estudiantes que asistían al turno matutino registraron un déficit de sueño crónico, ya que dormían cerca de seis horas por día de lunes a viernes, mientras que los del turno intermedio dormían un poco más.
También encontraron que los jóvenes más nocturnos, más “búho”, tienden a un nivel académico más bajo si van temprano a estudiar. Por lo tanto, prestar atención al factor cronobiológico es importante para entender el rendimiento educativo de los adolescentes.
“Como la asignación de los turnos es al azar, partimos de la base de que podría haber contradicción entre el momento del día en que estaban yendo al liceo y el que les gustaría ir. Esto se conoce como “efecto sincronía”. Es decir, si tenés que hacer algo, es mejor hacerlo en el momento del día en que te sentís mejor. Si sos ‘alondra’ y tenés que estar activo a las 8 de la mañana, vas a tener un mejor estado de ánimo, vas a rendir mejor. Pero si sos ‘búho’ te vas a sentir mejor más tarde en el día. A los búhos que tienen tendencia a la nocturnidad, les va un poco peor a nivel académico”, dijo Estevan.
Sin embargo, aclaró que en el turno intermedio se pierde la correlación entre desempeño y tipología circadiana. Es decir que los cronotipos matutinos y vespertinos no se diferencian en las notas cuando se asiste al turno intermedio, como sí ocurre cuando se asiste al matutino. Esto demostró que no es la vespertinidad en sí (ser búho) lo que baja el desempeño, sino la desincronización o deuda de sueño que tiene este cronotipo al madrugar.
En el Liceo Nº63
Ignacio Estevan continuó la investigación en 150 alumnos de dos turnos del Liceo Nº63 (Idea Vilariño). Ya en el marco de su doctorado, su objetivo es la función de la atención y entender qué hay de distinto en los estudiantes “búho” que van de mañana y tienen peores notas.
“El año pasado adaptamos a las computadoras del Plan Ceibal una tarea que intenta medir el funcionamiento de distintos procesos atencionales. En esta tarea, la atención se mide con tres componentes: uno tiene que ver con el alerta, otro con la orientación y el otro con el control. Lo que estoy investigando en un trabajo para presentar en el próximo Congreso de Ciencias Cognitivas es si los más ‘alondra’ en la mañana y los más ‘búho’ en la mañana, tienen diferencias en el funcionamiento de esas redes. Esto es algo que por ahora no estoy encontrando, porque no sería por la atención distinta que tienen rendimientos diferentes”, detalló.
Durante 2020, Estevan tiene previsto utilizar actímetros para medir la exposición a la luz y el movimiento y registrar los niveles de melatonina en un grupo de estudiantes del mismo liceo.
“Además de medir el ciclo de sueño-vigilia con actimetría, queremos medir la melatonina, que es una expresión directa del sistema circadiano. Esta hormona se secreta durante la noche, cuando no hay luz, y estaría relacionada con el sueño, pero es en sí un indicador de la “noche interior”.
“Seguramente haya otros factores sociales, ambientales y afectivos relevantes para eldesempeño de los estudiantes, pero el cronobiológico es un aspecto más que se puede controlar y utilizar para el mejor bienestar de los jóvenes y su rendimiento académico”, expresó.
Déjenlos que duerman
Ignacio Estevan señaló que en la adolescencia, el cronotipo de la mayoría de los jóvenes los lleva a
ser búho. La biología los hace estar más despiertos a la noche y más dormidos a la mañana, por lo que es muy importante que duerman lo que necesiten dormir.
La investigación demostró que más del 70% de los adolescentes duerme menos de lo recomendado, que es entre ocho y diez horas por día.
“Hay que dejarlos descansar. No es malo que duerman, al contrario: si duermen lo necesario, van a rendir mejor en sus actividades. Vemos que los estudiantes que asisten temprano en la mañana tienen un déficit de sueño importante que no llegan a compensar los fines de semana. Hay que dejarlos dormir lo que necesiten los fines de semana. Hay como una idea social de que es malo que duerman muchas horas, pero el cuidado del buen dormir es fundamental para su salud y desempeño”, concluyó.
Texto: Alexandra Perrone
Foto: Dante Fernández
Esta entrevista salió publicada el viernes 6 de marzo en el sector SobreCiencia de la revista Caras y Caretas.