Los proyectos “RNME” y “RESPIRONE” ganaron el desafío ANII: “Diseño y producción de respiradores para afrontar el COVID-19”. Desde la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII), con la colaboración del Ministerio de Industria (MIEM) y del Plan Ceibal, se impulsó el llamado “Diseño y producción de respiradores para afrontar el COVID-19”, en el marco de los “Desafíos ANII” que se generaron con el objetivo de contribuir a mitigar la pandemia ocasionada por el coronavirus SARS CoV2.
El llamado fue lanzado a fines de marzo con el propósito de financiar, hasta en $ 6.000.000, dos proyectos para la creación nacional de 50 respiradores de bajo costo, que puedan estar prontos en mayo, para salas de cuidados intensivos.
De los 19 proyectos que se presentaron fueron aprobados dos, cada uno para la fabricación de 25 respiradores.
Respiradores Neumáticos Modulares de Emergencia (RNME) para Conexiones Individuales o Colectivas es uno de los ganadores, presentado en conjunto por las empresas Spectrum Uruguay, Vivestar S.A, Inteka y la Fundación Latitud del Laboratorio Tecnológico del Uruguay (LATU).
Pablo Díaz es director de Vivestar S.A, una empresa dedicada a realizar consultorías para implementar proyectos. Díaz contó a Caras y Caretas que esta propuesta involucra a un equipo multidisciplinario, que si bien había trabajado en forma conjunta en otros rubros, se formó en tiempo récord motivado por la urgencia y la seriedad de la situación sanitaria para desarrollar un respirador de instalación versátil y de fácil operación por parte del personal de salud.
“De este proyecto estamos participando varias empresas y personas que nos juntamos desde distintos saberes y experiencias. Yo pertenezco a Vivestar S.A. Spectrum Uruguay es una empresa que se dedica a la provisión de equipamiento médico, fundamentalmente oftalmológico, y en sus instalaciones montamos los equipos para trabajar y realizar todas las pruebas. La empresa Inteka se especializa en automatismos y control. Estas tres empresas, sumadas a un equipo de profesionales -ingenieros químicos, mecánicos y médicos-, presentamos este proyecto en la ANII. La propuesta implicaba tener todos los equipos para el primero de mayo. Lo que tiene que ver con los insumos lo tenemos bastante resuelto; estamos cambiando algunas ingenierías para ajustarnos a los componentes ya existentes y tratando de asegurarnos los equipos tanto del mercado nacional como del exterior para poder cumplir en tiempo y forma”, expresó.
Estos Respiradores RNME son dispositivos neumáticos basados en un sistema de válvulas, a diferencia de los que utilizan el denominado ambu, un resucitador manual con forma de bolsa que proporciona ventilación al paciente. El RNME es un respirador basado en una alimentación centralizada de aire y oxígeno, con un sistema de mezcla manual y un control automático de los parámetros respiratorios.
“El nuestro es un proyecto neumático. Es importante lo que tiene que ver con el control y la informática porque por medio de electroválvulas con determinadas señales se puede regular y enviar ciertos volúmenes de aire y oxígeno durante determinado tiempo. O sea, regula la frecuencia y el volumen entregable y después actualiza una serie de gráficas. La idea es que estos respiradores se asemejen a los respiradores comerciales convencionales que hay en el mercado y que se puedan aplicar en pacientes con COVID-19. Normalmente, los otros respiradores se utilizan más para prestaciones de emergencia en los casos en que hay que trasladar a alguien, pero cuando el paciente tiene que estar permanentemente conectado a un equipo, la idea es que ese equipo se pueda regular y nos aseguremos de que tenga ciertos controles y alarmas que avisen cuando no esté funcionando correctamente. En eso estamos trabajando contra reloj”, detalló.
El proyecto señala que el sistema permite que los pulmones que se encuentran en estado de inflamación no sean exigidos ni se sobrepasen los límites de presión fijados, evitando así riesgos como la lesión pulmonar inducida por el ventilador. También aclara que a medida que el paciente mejora, permite suministrar mayores volúmenes de oxígeno.
Díaz agregó que el respirador está pensado para ser utilizado de forma individual y para que utilice la red de aire medicinal, es decir, la red de oxígeno que ya exista en el nosocomio. Sin embargo, aclaró que se está trabajando para que, en una segunda etapa, el equipo sea adaptable por ejemplo a instalaciones hospitalarias construidas de emergencia.
“Si se tuviese que armar, por ejemplo, un hospital de campaña, o improvisar algo, hay una solución para contar con una especie de unidad de internación de emergencia. Se puede colocar una red de abastecimiento de aire con determinados compresores y filtros para conseguir el aire medicinal y eso, sumado a una batería de provisión de oxígeno, puede perfectamente simular lo que sería una instalación del nosocomio.
Buscamos que sean fácilmente adaptables. Nos gustaría contar con más tiempo porque a medida que trabajamos nos vamos dando cuenta de cosas que podemos agregar. Tenemos un muy buen médico en el equipo, el doctor Daniel Chafes, especialista en medicina intensiva, que nos va dando ideas, incluso con respecto al diseño, porque nos decía, por ejemplo, que en caso de tener que intervenir a un paciente, conviene que parte de la cabecera de la cama quede libre. De esta forma vamos configurando el diseño estético del equipo. Buscamos resolver esas pequeñas dificultades que los médicos puedan tener en las operaciones”, explicó.
Díaz anunció que la próxima semana se realizarán dos pruebas fundamentales, una con un pulmón artificial y otra con un animal, simulando las condiciones en las que podría estar una persona afectada con COVID-19.
También remarcó que todos los que forman el proyecto comenzaron a trabajar de manera voluntaria, honoraria, y adaptándose a la cuarentena sanitaria, ya que trabajaron de forma remota. La financiación de la ANII para este proyecto es de $ 4.500.000.
“Lo sorprendente fue haber podido trabajar a distancia y llegar a tener algo; la motivación y la unidad de propósito fue fundamental. La unidad de propósito hizo que nos alineáramos, que los egos se dejaran de lado. El objetivo está claro; está claro hacia dónde vamos y todos pusimos de nosotros. Eso es lo rescatable de este equipo. Estamos deseando llegar a buen puerto, tener el producto y que sirva”, concluyó.
El otro proyecto ganador de este llamado es RESPIRONE, presentado por las empresas Ingenca, Pensur, Tadomer y Note SRL.
Germán Bardier, integrante de Ingenca, una empresa pequeña que nació en octubre de 2017 pero cuyos integrantes tienen más de 15 años de experiencia en ingeniería eléctrica industrial, contó a Caras y Caretas que se presentaron al llamado estando en cuarentena, ya que la empresa cerró por falta de trabajo.
“La verdad es que nunca pensamos en quedar; nos tiramos al agua arriesgándonos. Estudiamos bastante el tema con médicos e investigamos el proyecto. Si bien tenemos mucho conocimiento eléctrico -yo soy ingeniero eléctrico-, necesitábamos a otra empresa que nos diera una mano en la programación del sistema de control. Por eso nos asociamos con Note SRL, que está haciendo el diseño mecánico, del movimiento del aire, y con la empresa Pensur, con cuyos integrantes nos conocemos porque somos todos de la misma generación de ingenieros. Vimos que la sinergia entre las tres empresas estaba funcionando muy bien. Luego se sumó otra empresa, Mebilor S.A, que está dando una mano fuerte en la programación del sistema de control”, comentó.
Bardier dijo que la idea original fue la de tomar un prototipo de respirador en base a ambu hecho por unos españoles, y agregó que si bien el modelo presentado a la ANII pretendía contar con materiales que se encontraran en plaza, no pudieron conseguirlos debido a la demanda mundial.
“El gran problema de Uruguay es que no hay suficientes materiales en plaza. Fuimos a comprar ambu, que es la bolsa de silicona manual para asistir al paciente en la respiración, y nos encontramos con que no tenían cantidades suficientes. Las importaciones también estaban trancadas; los fabricantes nos dijeron que no éramos prioridad por no ser de hospital ni de clínica, y que como hay demanda mundial no era posible enviarlas a tiempo.
Entonces comenzamos a buscar alternativas y hoy estamos haciendo un pistón de fabricación enteramente nacional. Un pistón es un cilindro con una parte móvil que empuja el aire para un lado y vuelve para atrás. Ya hicimos el prototipo y estamos haciendo las pruebas”, detalló.
El RESPIRONE está pensado para con una autonomía de un par de horas funcionando a batería, pero es fácilmente adaptable en caso de que un centro hospitalario necesite utilizar el equipo por más tiempo.
“Esa fue e una de las visiones que tuvimos. Hablamos con varios médicos y uno de ellos nos dijo que en Italia estaban intubando personas en las cafeterías porque ya no tenían lugar. Esperemos no llegar a eso, pero pensamos en prepararnos para ese tipo de situaciones. No es mágico, no se va a adaptar al 100% de las situaciones, pero estamos tratando, con el tiempo que tenemos y el dinero de la ANII, de cubrir por lo menos entre el 80% y el 90% de las situaciones. Los modelos de respiradores comerciales tienen seis modos diferentes de respiración según las patologías del paciente, y nosotros estamos cubriendo dos. Según los médicos que trabajan con nosotros, el equipo cubre el 95% de las patologías, ya que los otros cuatro modos son para patologías muy extremas.
La idea del respirador es atender a pacientes con COVID-19 o a otros con cuadros más leves a fin de dejar libres los respiradores de avanzada para personas con patologías más complicadas. Con descongestionar el sistema de salud y liberar un respirador para una persona, ya se puede salvar una vida”, expresó.
La ANII financió este proyecto con $ 1.500.000 y el equipo también está trabajando en una segunda versión del respirador que podría fabricar en caso de conseguir más fondos.
“Hay una parte de los respiradores en la que se realiza la mezcla de oxígeno y aire, del ambiente o medicinal. Eso no lo habíamos contemplado en la propuesta a la ANII porque el hospital o un tanque de oxígeno tiene las válvulas y los mezcladores son externos y económicos. Pero investigando nos dimos cuenta de que eso se puede resolver de una manera sencilla. Hoy no lo podemos hacer por un tema de costos y plazos, pero en una segunda versión, lo estaríamos implementando”, concluyó Bardier.
Texto: Alexandra Perrone
Este artículo salió en la edición impresa de la Revista Caras & Caretas del viernes 17 de abril.