La historia del Dr. Manuel Quintela, y la creación del Hospital de Clínicas de la Universidad de la República (Udelar). En este año tan particular, marcado por la emergencia sanitaria generada por la pandemia de COVID-19, es fundamental reflexionar sobre la importancia de la medicina y la ciencia en el ámbito de la salud en Uruguay. Con el lema “Medicina y salud, bienestar a preservar”, se llevará a cabo este 3 y 4 de octubre la vigésimo sexta edición del Día del Patrimonio, en homenaje al Dr. Manuel Quintela, propulsor principal de la creación del Hospital de Clínicas de la Universidad de la República (Udelar).
“Creo que es un acto de justicia que tardó pero llegó”, dice el doctor Antonio Turnes, miembro de la Academia Nacional de Medicina e integrante de la Sociedad Uruguaya de la Historia de la Medicina, sobre la idea de homenajear en el Día del Patrimonio por primera vez a un médico, y en el contexto de esta pandemia, también a todo el personal de la salud.
Turnes describió al doctor Manuel Quintela como un gran realizador, un hombre de acción, que “se puso al hombro” la concreción de un hospital universitario, y sentó las bases de una Facultad de Medicina que formara médicos de calidad.
El experto en historia de la medicina uruguaya contó a SobreCiencia que Quintela nació en el área rural del departamento de Treinta y Tres, de madre francesa y padre portugués. Sus primeros pasos en la educación fueron en un colegio pupilo, y los continuó en Montevideo a dónde emigró al morir su padre, en el Colegio Pío de los salesianos. Luego estudió en la Sociedad Universitaria, y finalmente en la Facultad de Medicina, entre los años 1885 y 1889.
Una vez graduado viajó a París, donde estudió con Henri Luc, un destacado otorrinolaringólogo, una especialidad que apenas comenzaba a surgir en el mundo.
“La otorrinolaringología se desprendió de la oftalmología. Antes los oftalmólogos hacían de otorrinolaringólogos. Luc, había estado en Viena, que era uno de los lugares del mundo más avanzados en la disciplina. Entonces, podemos decir que Quintela recibió educación en la especialidad de las mejores fuentes, y fue el primer el primer profesor de otorrinolaringología de la Facultad de Medicina, donde enseñaría de forma honoraria del 1900 al 1906”, explicó Turnes.
“Eran tan precarios los medios, tenia que llevar a los estudiantes a su consultorio privado para poder hacer demostraciones y para que vieran pacientes, porque los medios instrumentales del hospital no eran suficientes. En aquel Hospital de Caridad, que ponía tantas trabas a la enseñanza de la medicina, algunos profesores tenían que entrar a escondidas, y los estudiantes terminaban la carrera, por ejemplo, sin ver un parto porque no les permitían entrar a la sala de maternidad y a las parteras tampoco, aprendían con muñecos. No había sala de mujeres, los servicios de cirugía tenían solo sala de hombres, había una cantidad de problemas realmente muy importantes. El espacio era muy reducido, tenía una situación de sobrepoblación hospitalaria, que luego se fue atenuando con la creación de otros hospitales. Por ejemplo, en 1908 se inauguró el Hospital de Niños, con dos pabellones de madera y techos de zinc. Después, en 1922 se inauguró el Hospital Pasteur, que era el viejo asilo de mendigos, y también se inauguró el otro hospital de niños, que era el Hospital Dr. Pedro Visca, en la calle Gonzalo Ramírez, dónde hoy es la sede de la Facultad de Ciencias Económicas y de Administración”, relató.
Otras de las pasiones de Manuel Quintela era la política, lo que lo llevó a ser diputado del Partido Nacional por su departamento, una experiencia que le ayudaría más adelante para llevar a cabo su propósito de hacer realidad un hospital universitario.
“Esa experiencia como diputado le valió para saber cómo moverse y dónde estaban los resortes del poder, cómo había que hacer para conseguir algo y vencer todos los obstáculos que se iban interponiendo a su propósito”, dijo Turnes, quién remarcó los pilares fundamentales que dejó Quintela en la carrera de medicina durante los dos períodos en los que fue decano de la Facultad.
“En 1909, Quintela es el primer decano electo por el Consejo de la Facultad, y comenzó su primer período en el decanato por seis años. En ese lapso, él consigue los recursos para terminar de construir el edificio de la Facultad de Medicina, el que conocemos hoy, cuya piedra fundamental se había colocado en 1904. Gracias a Quintela, la sede se pudo inaugurar en 1911.
Por su iniciativa, la casa de estudios tuvo un gran Instituto de Anatomía, de Fisiología, la biblioteca, el eje central con un gran salón de actos, y una serie de instalaciones muy importantes que se proyectaron hacia el futuro para el desarrollo de la calidad de la formación. Pero también Quintela promovió la modificación del plan de estudios, jerarquizando el estudio de la patología para diferenciarlo de la clínica, antes se aprendía viendo la patología, viendo los pacientes, pero como dije, era muy limitado el acceso al Hospital de Caridad.
Otra cosa que hace en ese período, en esos primeros seis años , es escribir una memoria de la Facultad de Medicina, donde reconstruye su historia desde sus primeros años. Rescató todas las peripecias de la formación de las cátedras, de las vicisitudes que pasó la Facultad, que estaba en una situación precaria, en la antigua casa de los ejercicios que estaba en Sarandí y Maciel, donde hoy se levanta una escuela pública. Ahí estaba la Facultad de Derecho, la Facultad de Medicina, el Instituto de Higiene, era un lugar muy estrecho para una masa de estudiantes que cada vez tenía más motivación para el estudio de la medicina”, detalló.
En su segundo período como decano, que arrancó en 1921, y culminó en 1926, Quintela se comprometió profundamente con la creación del Hospital de Clínicas, una idea que el doctor Pedro Visca había tenido a fines del siglo XIX.
“Tanto Visca como otros decanos, como por ejemplo Elias Regules, habían planteado anteriormente esta idea, pero ninguno tuvo éxito en la promoción de la idea. Quintela, en cambio, se comprometió a tal punto, que dejó la vida en eso.
Así consiguió que en 1926 se aprobara la ley, que los amigos llamaban “ley Quintela”, que fue la financiación del Hospital de Clínicas. Se había hecho un concurso de proyectos, y la primera etapa se ganó con una idea de hacer un hospital de pabellones separados, unidos por caminería y por túneles subterráneos, con 15 o 16 pabellones, pero separados.
Entonces, la Facultad de Medicina encomienda a Quintela y al arquitecto Mario Moreau que viajen a Europa y EEUU para visitar los hospitales más modernos, y presentar un informe. Ambos quedan convencidos con los hospitales en altura de Estados Unidos, debido a que la estructura simplificaba mucho a la hora de brindar servicios y en la armonía del proceso de atención”, expresó.
Manuel Quintela no llegó a ver la colocación de la piedra fundamental de lo que es ahora el Hospital de Clínicas (24 de diciembre de 1930), ya que fallece el 17 de diciembre de 1928, en el anfiteatro de fisiología de la Facultad de Medicina, durante una reunión de profesores. Su muerte repentina impactó a toda la sociedad, y estaba resuelto, por ley, que el edificio del Hospital de Clínicas llevara su nombre, en homenaje a la lucha que había desplegado para hacerlo posible.
“Cabe agregar que Quintela también fue presidente del Club Médico, una institución fundada en 1912 que tuvo su sede en la calle 18 de Julio 973, que todavía está allí. El club tenia un lugar de reuniones sociales, pero estaba prohibido hablar de cuestiones profesionales. En 1915 se fundó allí la Asociación de los Estudiantes de Medicina, y en el mismo lugar, el 11 de agosto de 1920, el Sindicato médico del Uruguay”.
“Además de su carrera vinculada a la medicina y la política, tenía pasión por los caballos, y por lo lúdico. Quintela fue presidente del Jockey Club cuatro veces, presidente de la Asociación Rural del Uruguay (ARU) dos períodos, fue presidente de la Sociedad Uruguaya de Amigos de la Educación Popular, también dos períodos, fue fundador del balneario Atlántida, fue el fundador de la Sociedad Colombosfila, que lleva su nombre, que era la sociedad de palomas mensajeras. Hacía el tiempo para todo, y no dejaba ninguna de sus pasiones de lado”. detalló Turnes.
“Yo creo que en buena parte, esta organización que tenemos actualmente en la formación de recursos humanos de la Universidad de la República, no solo médicos, se la debemos en gran medida a la iluminación de Quintela, porque tuvo una visión estratégica, cosa rara en el ambiente médico de aquel tiempo. Tuvo una mirada de tan de largo plazo, como que se hubiera dicho a sí mismo: esto tiene que ser una cosa que dure 50 años, 100 años, tenemos que tender las líneas para mejorar hacia el futuro y producir profesionales de calidad”, opinó.
Alexandra Perrone.
Foto: Udelar
*Esta nota salió publicada en la sección SobreCiencia de la revista Caras y Caretas el jueves 24 de setiembre.