El investigador Ariel Castro, representante de la UdelaR en el Comité de Bioseguridad, habló en SobreCiencia de los nuevos transgénicos aprobados. El Gabinete Nacional de Bioseguridad aprobó 14 nuevas variedades de transgénicos, sobre diez de las cuales hubo consenso. La votación fue de cuatro a dos. A favor estuvieron los ministerios de Economía, Ganadería, Industria y Relaciones Exteriores. En contra se posicionaron el Ministerio de Medio Ambiente y Salud Pública.
El Gabinete de Bioseguridad contará con el asesoramiento del Comité de Bioseguridad que estará a cargo del Dr. Ariel Castro. Castro es docente grado 5 de la Universidad de la República (Udelar), integra el Departamento de Producción vegetal de la Facultad de Agronomía y trabaja en la Estación Experimental Mario Cassinoni, en Paysandú.
El científico aclaró a SobreCiencia que la Udelar no ha participado en el proceso de aprobación de los nuevos transgénicos.
“Lo más importante son resistencia a coleópteros en maíz y tolerancia a herbicida en soja, y es fundamental aclarar que la UdelaR no ha participado en esto, en este proceso, porque el tema del maíz con resistencia a coleópteros es un tema que viene desde hace cuatro o cinco años y fue el que motivó que la Universidad se retirara del Comité de Seguridad. En el correr de este año ha habido planteos por parte del Poder Ejecutivo y una reconsideración, basada en que las condiciones del proceso van a ser distintas”, explicó.
Castro detalló que los transgénicos que han funcionado son de dos grupos: los tolerantes a herbicidas y los resistentes a plagas, que técnicamente, implican dos estrategias completamente distintas para enfrentar el problema.
“Los que tienen resistencia a plagas, que son los más comunes, básicamente lo que hacen es lo que yo llamo ‘una estrategia activa’, producen un compuesto, una toxina, un insecticida biológico que controla la plaga. Los que tienen tolerancia a herbicida, tienen una ‘estrategia pasiva’, porque lo que aporta el transgénico es inmunidad ante el herbicida. Al tener el evento transgénico, lo que ocurre es que el herbicida no afecta al cultivo. Es pasiva porque el transgénico no implica un mecanismo de control de la maleza, el mecanismo de control es el herbicida. Para dejarlo más claro: usted puede plantar todo el maíz y toda la soja tolerante al glifosato que quiera y no agregar una gota de glifosato. En el caso de la resistencia a plagas es distinto, el cultivo produce y va a estar interactuando, no sólo con la plaga específica, sino con la fauna y la microfauna que rodea el cultivo”, explicó.
El experto sostuvo que si se aplica un herbicida sistemáticamente en cantidades exageradas y en momentos inadecuados, a la larga se va a estar seleccionando sobre la población de malezas y de especies naturales en el campo, y tarde o temprano, van a aparecer malezas resistentes, o una especie se transformará en maleza resistente.
Castro expresó que esto es lo que está ocurriendo con el glifosato, un herbicida al que el sobreuso y el mal uso durante veinte años, lo transformaron en un herbicida que no les hace nada a un grupo importante de nuevas malezas, lo que ha despertado la necesidad de controlarlas con otras cosas.
“Lo que generan estos nuevos eventos cultivables es que son tolerantes a dos herbicidas que son previos al glifosato: el 24D, que tiene unos cincuenta años, y el Dicamba, que debe tener cerca de 30 años. La cosa novedosa es usar herbicidas viejos porque son herbicidas que controlan estas malezas que el glifosato ya no puede controlar. Pero estos herbicidas no son todo lo que el glifosato es, son herbicidas que tienen un nivel de toxicidad mucho mayor, que tiene un nivel de persistencia en el suelo mucho mayor, con lo cual vamos a estar complicando la rotación de los cultivos y demás, son herbicidas mucho más complicados. Hay que entender que si nos pasó esto con el glifosato —por sobreuso— por no trabajar sobre un manejo integrado, puede ser que sea una solución inmediata pero seguramente todos estos problemas que vivimos con el glifosato nos ocurra con estas nuevas viejas opciones, y probablemente, más rápido”, advirtió.
Consultado sobre si la aprobación de estos nuevos eventos es o no una mala noticia, Castro dijo que en el caso de la soja resistente a herbicidas, el problema es que nuestro sistema productivo tiene defectos en la toma de decisiones y hace que las perspectivas con estos eventos sean más complicadas de lo que podrían llegar a ser.
“El problema no es que los eventos en sí respecto a la tolerancia de herbicidas sean de por sí malos, porque puede ser bueno tener una herramienta más en la caja de herramientas y en determinados casos puntuales utilizarlas. Desde el punto de vista productivo, podría considerarse una opción interesante. El problema es cómo se han utilizado estas alternativas”, dijo.
Sin embargo aclaró que en el caso del maíz, sí es una mala decisión porque se está habilitando un evento que es activo, que es contra una especie que no es plaga en el Uruguay y que puede afectar a otras especies que en algunos casos son beneficiosas.
“Si sembramos estos eventos, vamos a estar actuando sobre la fauna natural de las chacras, sin ningún beneficio obvio, porque no hay nada que aporten a la producción”, enfatizó.
Castro agregó que la existencia de transgénicos no puede justificar la mala agronomía ni la pereza intelectual y que muchas veces se señala a la Academia porque no da soluciones, cuando la realidad es que a mucha gente no le gustan las soluciones que la Academia brinda.
“Si ustedes se atan a una sola herramienta y después le echan la culpa al que les proveyó la herramienta, la responsabilidad es de ustedes porque optaron por una medida simplificada, por la medida fácil, que es echar algo que mate todo sin estudiar chacra a chacra y conocer cuáles son las poblaciones tratando de controlarlas y manejarlas. Hasta ahora no hay ninguna evidencia de que los transgénicos per se aporten al potencial de rendimiento, quién dice lo contrario, está mintiendo”, señaló.
“En mi opinión —y acá estoy hablando como profesor de mejoramiento genético— la liberación de estos maíces resistentes a algunos coleópteros no parece una buena noticia. El tema de la soja tolerante sobre todo a Dicamba, per se no es un grave problema. El problema viene más por el lado de cómo se aplica y cómo se han manejado este tipo de herramientas. La relación que importa es la relación maleza-herbicida, el transgénico lo único que hace es que se pueda aplicar. Si aplicamos mal el herbicida, nos va a pasar lo que nos pasó con el glifosato”, concluyó.
Texto: Alexandra Perrone
Entrevista Gustavo Villa