En el ámbito de la Universidad ORT funciona el “Centro Biotecnológico de Investigación e
Innovación CBI+I”, apoyado por empresas privadas y también la ANII. La doctora en biología molecular e investigadora principal del Centro Biotecnológico de Investigación e Innovación (CBI+I), que funciona en la Universidad ORT, Lorena Betancor, contó en SobreCiencia que siempre estuvo vinculada a la biotecnología de proteínas.
“Siempre trabajé con proteínas, con enzimas, con microorganismos, es un rinconcito entre la enzimología, la ciencia de proteínas, de materiales y algo también de biología molecular”, comentó.
Explicó que el CBI+I es un emprendimiento conjunto de un grupo de empresas biotecnológicas y la Universidad ORT Uruguay, apoyado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII).
El CBI+I, creado hace tres años, abarca proyectos vinculados al desarrollo de vacunas veterinarias y a la purificación de proteínas para generar sistemas de cuantificación, cuyo objetivo es ayudar a la industria a controlar sus procesos.
“Trabajamos con empresas del ámbito local e internacional proporcionándoles servicios que a veces son proyectos cortos, de dos tres meses y otrois de más largo aliento, que requieren tiempo de desarrollo que van de uno a dos años. Muchas veces acompañamos también a las empresas a solicitar financiación en organismos financiadores como ANII”, relató.
Además, comentó que trabajan con un sesgo más académico donde tienen estudiantes de posgrado, doctorado y maestría, que desarrollan proyectos que, aunque tienen un objetivo aplicado, deben cumplir con estudios más fundamentales para llegar a su objetivo.
Con respecto a cómo es el escenario en Uruguay en materia de biotecnología, la experta subrayó que es una ciencia transversal que impacta sobre diversas áreas e industrias, y remarcó que el trabajo que llevan adelante se complementa con el que se realiza en otras instituciones del país.
“Yo me dedico a una pequeñísima área de impacto de la biotecnología, que es la biocatálisis o la biotransformación. Dentro de nuestro grupo de investigación, el denominador común seria la preparación de biocatalizadores, tanto enzimas como microorganismos, para poder sostener transformaciones que naturalmente ellos no realizan en la naturaleza”, detalló.
“Un biocatalizador puede ser una enzima o un organismo vivo que logra transformar un sustrato en un producto. Nosotros aplicamos este concepto a, por ejemplo, la transformación de glicerol industrial que se obtiene como subproducto de la industria del biodiésel para generar productos de mayor valor agregado, para poder balancear la ecuación económica que haga más sostenible la generación de biodiésel”, ejemplificó.
En ese marco, señaló que es un área del conocimiento que tienen un potencial enorme por delante y, destacó, la conciencia social vinculada al desarrollo de procesos más amigables con el medio ambiente, dónde la biotecnología puede ofrecer mejores opciones respecto a otras tecnologías más contaminantes.
Con respecto a su experiencia vinculada a la temática de género a lo largo de su carrera científica, Betancor dijo que en lo personal nunca le tocó vivir experiencias discriminatorias. Sin embargo remarcó que la problemática existe y que es algo en lo que hay que trabajar.
“En particular la carrera académica es bastante difícil de compatibilizar con lo que se considera una vida estándar, establecida, socialmente aceptada, por decirlo de alguna manera. Justamente, en la época que uno tiene mas presión por producir como científico, es la época en la que uno también quiere formar una familia. Yo tuve mucha suerte de tener un esposo que me ayudara muchísimo tuve mucha ayuda a nivel personal, pero no es el caso de la mayor parte de las mujeres, y por eso al llegar a etapas medias del desarrollo académico, muchas mujeres optan por otras opciones profesionales”, concluyó.
Texto: Alexandra Perrone
Entrevista: Gustavo Villa