La ciencia abre la posibilidad de utilizar bacterias específicas para complementar las dietas de forma de probióticos personalizados. Siguiendo con el ciclo de SobreCiencia dedicado a los vínculos entre el fútbol y la ciencia, en esta semana mundialista hablamos con Gregorio Iraola, integrante de la Unidad de Bioinformática del Institut Pasteur de Montevideo.
Iraola participó de la primera jornada pasteurizArte sobre fútbol y ciencia en la que hizo referencia a los avances científicos recientes y cómo esos avances pueden contribuir al rendimiento del deportista profesional.
El experto dijo que existe una relación entre la salud y la microbiota intestinal, que son las bacterias que naturalmente tenemos en nuestro intestino y que resultan fundamentales para que nuestro organismo funcione normalmente.
Iraola aclaró que si bien cuando se piensa en una bacteria enseguida se la asocia a algo malo, como una enfermedad o una infección, la gran mayoría de las bacterias son elementos que contribuyen a nuestra salud y que en muchos casos, sin ellas, nuestra vida sería inviable.
“Estaríamos gravemente enfermos si no contáramos con las bacterias que son propias y están adaptadas a vivir en nuestro organismo, a generar metabolitos, a ayudar a digerir determinados nutrientes o elaborar otros productos que luego tienen un efecto en nuestro sistema inmune. O sea que esa comunicación entre nuestras bacterias y nuestros sistemas, hace que un individuo funcione normalmente y no esté enfermo. En el caso del deporte, es ver cómo esto puede ser utilizado para mejorar algunos aspectos del rendimiento deportivo”, explicó.
Hoy en día la mirada científica sobre la nutrición está muy desarrollada y se sabe que los individuos no responden de la misma forma a la misma dieta ya que hay variaciones en cada uno de nosotros que nos hace asimilar de forma diferencial determinados nutrientes.
“Y esa asimilación diferencial en parte está relacionada a las bacterias que tenemos en los intestinos. Tal vez a un deportista, darle determinada proteína o carbohidrato no es tan beneficioso como dárselo a otro, porque las bacterias que tiene en su intestino son menos capaces de procesar esos nutrientes. Ahí se abre un campo sumamente interesante que es el de utilizar bacterias específicas para complementar las dietas de forma de probióticos personalizados. Es un campo que hoy se denomina ‘nutrición personalizada’, especificó.
El científico agregó que hoy en día se invierte mucho dinero en el estudio del microbioma y cómo las bacterias pueden ayudar a optimizar el rendimiento energético a partir de la dieta. El objetivo es generar conocimiento que permita desarrollar este tipo de terapia, denominada “bacterioterapia”.
Iraola contó que estas aproximaciones metodológicas y científicas se están aplicando para resolver algunos problemas de salud como el caso del cáncer.
“Hay determinadas quimioterapias que son efectivas o dejan de ser efectivas dependiendo de si tenemos o no determinadas bacterias en el intestino. Hace unos años eso era impensable. El estudio del microbioma abre un mundo de posibilidades y su aplicación en los deportistas es una de las aristas”, dijo.
En cuanto a su aplicación al deporte, el experto se refirió a dos aspectos: el rendimiento energético y la recuperación. El primero refiere a que los nutrientes sean transformados de forma más eficiente en energía utilizable para el deportista, y el segundo a lo que ocurre en el metabolismo luego del entrenamiento, ya que el estrés físico genera cambios a nivel fisiológico e intestinal.
“Hay estudios que evalúan los efectos del entrenamiento de alto rendimiento sobre algunos sistemas de nuestro cuerpo, el tratamiento con probióticos personalizados, y esta bacterioterapia podría apuntar hacia mitigar estos efectos secundarios del deporte de alto rendimiento y acelerar los procesos de eliminación de la fatiga y de recuperación”, señaló el investigador.
Explicó que la composición del microbioma intestinal es muy influenciada por las condiciones ambientales a la que estamos expuestos y puso como ejemplo lo que sucede cuando viajamos y cambiamos de ambiente.
“También sabemos que existe una conexión entre la variación en el microbioma intestinal y nuestro sistema nervioso. Ese eje, que se denomina eje intestino-cerebro, también determina cambios fisiológicos producidos por cambios en la microbiota. El estrés, el miedo, la ansiedad, la felicidad; nuestros sentimientos y reacciones ante diferentes estímulos, como puede ser el estrés antes de un partido, puede tener efectos en nuestra fisiología intestinal”, agregó.
“Este conocimiento que viene desde el estudio del microbioma hoy en día recién está en pañales, porque recién estamos comenzando a comprender algunas cosas. Yo creo que en un futuro —que no va a ser muy lejano, calculo que entre dos y cinco años— estas informaciones van a poder ser directamente aplicadas a mejorar el rendimiento deportivo”, concluyó.
Texto: Alexandra Perrone
Foto: Institut Pasteur
Entrevista: Gustavo Villa