Investigación, innovación y desarrollo al servicio de una agricultura con mínimo impacto ambiental. Una tecnología que hace diez años podía ser excelente en el campo, probablemente hoy no lo sea. Desde ese punto de partida, más de diez organizaciones públicas y privadas formaron la Red de Buenas Prácticas Agropecuarias en Uruguay y buscan avanzar, con lo que la ciencia ofrece, en hacer una producción agropecuaria sustentable.
Como seguidores de las buenas prácticas, promueven que los productos agropecuarios no hagan daño a la salud humana y animal ni al medio ambiente; protegen la salud y la seguridad de los trabajadores; tienen en cuenta el buen uso y el manejo de los insumos agropecuarios.
¿Quiénes integran la red? La Asociación de Cultivadores de Arroz, la Asociación de Exportadores de Miel, la Asociación Rural de Soriano, la Asociación Uruguaya Pro Siembra Directa, la Cámara de Comercio de Productos Agroquímicos del Uruguay (Camagro), la Cámara Uruguaya de Servicios Agropecuarias, la Cámara Uruguaya de Semillas, CREA, el Instituto Nacional de Semillas, Mburucuyá y la Sociedad Apícola Uruguaya.
Además, integra la Confederación de Asociaciones Americanas Para una Agricultura Sustentable. Su presidenta, la ingeniera María Beatriz Giraudo explicó que se trata de comunicar al resto de la sociedad que hace ya algunas décadas los productores innovan, aplicando desarrollos, fruto de la investigación, que buscan minimizar los impactos en el ambiente de la producción agropecuaria.
Luciano Dábala, de la Asociación Uruguaya de Siembra Directa explicó que se utilizan diversas técnicas para minimizar los impactos ambientales asociados a la agricultura; fundamentalmente, se trata de reducir o eliminar las aplicaciones de plaguicidas. Una de las prácticas más habituales se denomina refugio e implica, entre otras cosas, perder entre el 10 y el 20% de la superficie sembrada.
La aplicación de diversos agroquímicos y la posibilidad de que afecten a viviendas, individuos, centros poblados y escuelas ha sido habitualmente motivo de denuncias y reclamos. Se ha considerado que no hay manera de evitar ese efecto nocivo, denominado deriva. Sin embargo, hay prácticas sencillas y ya probadas por la academia que pueden controlar esa deriva, evitando contaminación, intoxicaciones y también pérdidas económicas.
La red Campolimpio, conformada por las empresas distribuidoras de agroquímicos, recolecta y recicla los envases plásticos en los que se distribuyen estos productos, envases que poseen un alto potencial contaminante. Virginia Amorós, vocera de Campolimpio, aseguró que ya han conseguido recolectar más de 600 toneladas de envases vacíos.
Texto: Web Radio Uruguay/Gustavo Villa
Entrevista: Gustavo Villa