La investigación científica en la Base Artigas de la Antártida puede mejorar nuestras vidas.

Si bien el continente antártico es un sitio con condiciones extremas para la vida, es a la vez un lugar que ofrece un gran potencial para el desarrollo de la ciencia nacional.

El estudio de microorganismos provenientes del continente blanco ha dado origen a investigaciones que pueden tener efectos beneficiosos en la producción de bioetanol, de protectores solares y detergentes de alta calidad.

En esa línea avanza el trabajo que el equipo de la Sección Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias lleva adelante en la Base Científica Artigas, ubicada en la Isla Rey Jorge, archipiélago Shetland del Sur.

Susana Castro, profesora adjunta de la Sección Bioquímica y Biología Molecular de la Facultad de Ciencias, detalló en SobreCiencia las características de la investigación que tiene como eslabón inicial el trabajo desarrollado en la Base.

Observar y descubrir

Castro explicó que la mayoría de las investigaciones surgen de la observación: “Nos agrupamos, vemos un hecho y a partir de él aparecen nuevas preguntas, nuevos desafíos que se convierten luego en proyectos científicos”.

La experta dio un ejemplo: contó que tras observar el paisaje antártico, el equipo de investigación descubrió que hay una serie de algas que después de las tormentas invaden la costa donde se encuentra la

“Pudimos ver que esas algas después van desapareciendo, lo que nos llevó a encontrar que hay unos pequeños gusanos que se encargan de degradar las algas. Y como sabemos que las algas contienen entre otras cosas, celulosa, fuimos a buscar microorganismos que produzcan enzimas capaces de degradar la celulosa”, detalló.

Bioetanol

El proyecto de obtención de bioetanol —que es financiado por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII)— es otro de los que se desarrollan en la base está actualmente. La doctora Castro sintetizó el proceso de a partir de materiales celulósicos:

“Primero se degrada la celulosa en sus componentes, proceso que se hace con unas enzimas llamadas ‘celulasas’. Esto se llama ‘sacarificación’: se degrada en forma enzimática la celulosa hasta sus componentes utilizando estas enzimas a altas temperaturas. Luego se enfría y esa glucosa se utiliza para la fermentación en producción de bioetanol utilizando levaduras”, explicó.

El objetivo, detalló, es diseñar un protocolo de sacarificación y fermentación utilizando las enzimas de origen antártico para que el proceso de producción de biocombustible requiera menos gasto de tiempo y energía. “Queremos que ese proceso sea en un solo paso, a una sola temperatura más baja”, sintetizó.

Protectores solares

Otra proyecto que está en marcha se relaciona con la cosmética. Se está trabajando en la producción de la enzima denominada fotoliasa, que repara el daño al ADN causado por la exposición a la radiación ultravioleta (UV) del sol.

Las investigaciones revelaron que los microorganismos presentes en la Antártida, que están sometidos a una alta irradiación UV, han desarrollado una enzima fotoliasa muy activa para la reparación del daño al ADN.

Castro informó que se está trabajando con la empresa Celsius, a través de su línea Dermur, para producir fotoliasa en nuestro país.

“La radiación en la piel puede producir cáncer, fotoenvejecimiento, etc. La fotoliasa se produce comercialmente en el mundo y es muy cara. Nosotros estamos produciendo fotoliasa para la industria cosmética y lo estamos produciendo por tecnología de ADN recombinante. Ahora estamos investigando si se puede reparar el daño en el ADN en células humanas. Los ensayos se están haciendo en el Clemente Estable”, contó la investigadora.

Lavado de ropa biotecnológico

La experta contó en SobreCiencia que en el mundo existen algunos productos biotecnológicos para un eficiente lavado de ropa.

“En el mundo existen detergentes que incluyen unas moléculas que se llaman proteasas, que degradan las proteínas. En la Antártida podemos ir a la búsqueda de microorganismos que produzcan proteasas que sean activas a bajas temperaturas, que permitieran el diseño de detergentes más eficientes a temperaturas más bajas. O sea, que se pueda lavar la ropa con agua fría y contribuir con el ahorro energético. El objetivo es generar productos nacionales que sean vendibles y competitivos”, subrayó.

Riqueza educativa

Susana Castro remarcó la riqueza de la experiencia de las Escuelas de Verano organizadas por la Facultad de Ciencia y el Instituto Antártico Uruguayo en la Antártida.

“Es maravilloso ver cómo los estudiantes se fascinan; es una experiencia maravillosa desde el punto de vista humano, educativo y científico” concluyó.

Texto: Alexandra Perrone.

Entrevista: Gustavo Villa.