La técnica utilizada, la metabolómica, se basa en el monitoreo simultáneo de metabolitos, explicó la científica Lucía Bergalli. Investigadores del Departamento de Química del Litoral (DQL), perteneciente al Centro Universitario Regional (CENUR) Litoral Norte y a la Facultad de Química de la Universidad de la República (Udelar), vienen llevando adelante una investigación que busca diagnosticar la endometriosis a través de un análisis de sangre.
Lucía Bergalli volvió a su ciudad natal, Paysandú, luego de recibirse de bioquímica clínica. Buscando trabajo, le surgió la posibilidad de ingresar como Grado uno al Departamento de Química del Litoral, un espacio perteneciente a la Facultad de Química, donde investigadores de diferentes áreas interactúan para abordar problemas desde una perspectiva multidisciplinaria.
El DQL fue construido y equipado con fondos del presupuesto universitario, y está ubicado en la Estación Experimental Dr. Mario A. Cassinoni (EEMAC).
La científica comenzó en el 2016 haciendo docencia, hasta que, según relata, “le picó el bichito” para hacer investigación, por lo que comenzó a trabajar junto al Dr. Guillermo Moyna, su actual tutor de este proyecto.
“Moyna trabaja con equipos de resonancia magnética nuclear, que tienen los mismos principios físicos que un equipo de resonancia de imágenes, pero se observan cosas diferentes.
Cuando yo conozco esos equipos y la metodología, quedo maravillada y le digo que quiero trabajar en su línea de investigación, la metabolómica, que consiste en utilizar estos equipos para lograr diagnósticos de diferentes patologías, humanas y animales”, contó.
Bergalli dijo a SobreCiencia que eligió esta linea de investigación vinculada a la endometriosis porque vio de cerca el sufrimiento y la discriminación que padecen las mujeres que tienen la enfermedad, e hizo referencia a los años de análisis médicos, en su mayoría muy invasivos, a los que deben someterse para llegar a un diagnóstico.
La endometriosis es una enfermedad ginecológica crónica, y ocurre cuando el endometrio, tejido que recubre el útero por dentro, se sitúa fuera del útero y se asienta en otros lugares del abdomen.
La científica explicó que los síntomas son diversos, como calambres menstruales extremadamente dolorosos, períodos menstruales abundantes, dolor durante las relaciones sexuales, dolor en el intestino y al orinar, y problemas de fertilidad.
“Son síntomas que no son nada específicos y por eso no es fácil asociarlos a la enfermedad.
En nuestro país, el promedio del tiempo entre que la mujer empieza con los síntomas, que suele ser en la adolescencia, hasta que la diagnostican, es entre diez y doce años. Años en los que la mujer va de médico en médico, en los que se sienten discriminadas en sus trabajos porque las acusan de no ir a trabajar porque les duele durante el período, y la verdad es que los dolores son incapacitantes. Y hay una falsa creencia que tenemos desde siempre, y es el hecho de que se considere normal el dolor durante la menstruación. La verdad es que los dolores incapacitantes durante el período menstrual, no son normales”, aclaró.
“Y otra cosa importante que encontré cuando empecé a investigar, es el tema de la prevalencia. En Uruguay no hay datos exactos de la prevalencia de endometrosis, pero por lo que yo he visto, se está correlacionando a la prevalencia mundial, que oscila entre el 10% en mujeres en edad reproductiva, o sea que una de cada diez mujeres en edad reproductiva tiene endometriosis”, indicó.
Bergalli explicó que hasta el momento el estudio más certero para encontrar un diagnóstico es la laparoscopia, que permite ver directamente las lesiones ocasionadas por la enfermedad, pero remarcó que esta opción es una operación invasiva y costosa. También señaló que se suelen realizar ecografías transvaginales, pero aclaró que no siempre son certeras para el diagnóstico de esta enfermedad.
“Desde hace unos años hay un estudio que es el denominado antígeno CA125, que es un marcador de cáncer de ovario, que se ha visto que tiene una relación, pero no es específico. Es un análisis de sangre que se hace, pero hay mujeres que tienen endometriosis y que ese estudio les da negativo”, agregó.
Para llevar a cabo esta iniciativa, Bergalli cuenta con tres fuentes de financiación; la aprobación por dos años del programa ‘Iniciación a la investigación’ de la Comisión Sectorial para la Investigación Científica (CSIC-Udelar), pensado específicamente para que jóvenes investigadores sean responsables de su propio proyecto de posgrado; el apoyo del Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (PEDECIBA), y una beca de la Comisión Coordinadora del Interior (CCI), que brinda subsidio para viáticos a estudiantes de posgrado radicados en el interior del país, que necesiten trasladarse a Montevideo para el desarrollo de su investigación.
Además de Lucía Bergalli, el equipo está integrado por el doctor Guillermo Moyna, el químico farmacéutico Andrés López y la doctora Gladys Germano.
METODOLOGÍA
Este grupo de investigadores busca diagnosticar la endometriosis a través de un análisis de sangre, utilizando la metodología que se denomina ‘metabolómica’.
Bergalli explicó que la metabolómica es una disciplina que se basa en el monitoreo simultáneo de un gran número de metabolitos presentes en diferentes matrices fisiológicas, incluyendo orina, heces, saliva, plasma, suero y tejidos. Para la detección de estas especies, que pueden ir desde metabolitos de bajo peso molecular hasta proteínas, se aplican una variedad de técnicas analíticas, siendo la espectroscopía de resonancia magnética nuclear (RMN) y la cromatografía líquida acoplada a espectrometría de masas (LC-MS), las más utilizadas, combinadas con el uso de herramientas estadísticas.
El uso del análisis metabolómico como técnica para el diagnóstico de patologías es bastante reciente, y al ser técnicas rápidas, no invasivas, y de costo moderado, aportan un enorme potencial para los prestadores de servicios sanitarios del país.
“Nosotros siempre tenemos un ejemplo que es muy claro para explicar lo que es la metabolómica: suponete que nosotros queremos diferenciar hombres de mujeres, y solo podemos medir determinados parámetros, por ejemplo, el color de ojos. Yo te digo, ¿según el color de ojos se pueden diferenciar hombres de mujeres? Y la respuesta es no. Si comparamos por ejemplo, la altura, bueno, podemos decir que la mayoría de los hombres son mas altos que las mujeres, pero hay mujeres que son más altas que los hombres, así que tampoco nos sirve.
Y algo más específico, como por ejemplo la relación ancho de hombros con ancho de cadera, y ahí nos acercamos más, pero igual puede pasar que haya hombres que tengan esa relación diferente. Entonces, tampoco nos ayudaría.
Pero, la metabolómica nos permite tomar todas estas variables de mediciones, que por sí solas no nos ayudan, y mirarlas en conjunto. Siguiendo el ejemplo, si comparamos la altura, la relación ancho de hombros y de cadera y la talla, entonces si podríamos en general diferenciar hombres de mujeres.
Esas variables son lo que nosotros después llamamos metabolitos, porque este estudio se hace con una muestra de sangre. Nosotros estudiamos todos los metabolitos que están presentes en esa muestra, en ese determinado momento, en la situación de esa persona”, detalló.
El objetivo de esta investigación, que implica el análisis de muestras de sangre de mujeres voluntarias diagnosticadas con endometriosis y también de mujeres sanas,
es analizar las muestras de todas las voluntarias, y por métodos estadísticos, determinar qué metabolitos diferencian a las mujeres sanas de las enfermas.
“Pueden ser cosas que las enfermas tengan, o cosas que las enfermas no tengan y sí tengan las mujeres sanas. Ahí comenzaría la siguiente etapa, en la que hay que validar el método para aseguarnos de que efectivamente esas diferencias que encontramos en los metabolitos, son las que van a determinar un diagnóstico”, explicó.
“Nosotros vamos a juntar todas las muestras y mezclarlas, para después analizarlas de forma randomizada, sin saber cuál viene primero y cuál viene después”, agregó.
Bergalli dijo que los equipos que se utilizarán para este proyecto son espectómetros de resonancia magnética nuclear (RMN) , de los que hay solamente tres en el país, dos de ellos en el Departamento de Química del Litoral y uno en la Facultad de Química en Montevideo.
La científica aclaró que cuentan con la ventaja de poder utilizar estos equipos en su propio lugar de trabajo, y con total libertad, aunque aclaró que fueron capacitados especialmente para manejarlos.
“Es una gran inversión que ha hecho la Universidad de la República. Uno de los equipos que está en Paysandú es el que tiene mayor campo magnético del país, de 500 MHz. Este tipo de tecnología tiene los mismos principios físicos de un equipo de resonancia magnética de imagen, son imanes súper conductores, pero observamos metabolitos que están presentes en esas muestras de sangre, en lugar de imágenes”, aclaró.
“Mantener estos equipos es muy caro ya que funcionan a base de gases criogénicos, como helio y nitrógeno líquido. También cuando se rompe una pieza, los técnicos tienen que venir de Brasil, y todo sale mucho dinero. Por eso también enfatizamos en la lucha de contar con más presupuesto para la investigación, porque llega un momento en que nos gastamos todo el presupuesto de los proyectos en mantener los equipos, y no nos da para más nada”, puntualizó.
Bergalli contó que cuando el grupo se planteó seguir esta línea de investigación, se toparon con el gran problema de definir en qué momento del ciclo menstrual tomar las muestras de sangre de las voluntarias.
“Como esta enfermedad depende del ciclo menstrual y durante este ciclo las hormonas varían mucho, nos vimos en la duda de en qué día del ciclo menstrual le sacábamos sangre a las mujeres. En este momento nos preguntamos: ¿Estaría bien que fuera entre el día 7 y 11? ¿cómo hacemos para que todas las mujeres que me contacten para tomar la muestra vengan justo entre el día 7 y 11 de su ciclo menstrual? Y vimos que esto era algo imposibles de coordinar, que no era viable.
Entonces hicimos un estudio preliminar tomando una experiencia de nuestros colegas de Irlanda, que consistió en sacar muestras de sangre a diez voluntarias sanas, que nos permitieron tomar muestras una vez por semana durante un ciclo menstrual completo, o sea, una vez por semana durante un mes.
Allí estudiamos qué diferencias a nivel metabólico había durante las semanas, y encontramos que las mujeres que estaban en la primer fase del ciclo menstrual se diferenciaban mucho de la segunda fase, es decir, entre la fase folicular y la lútea.
Entonces, este estudio preliminar nos facilitó el poder sacar muestras de sangre a las voluntarias sin importar en qué momento del ciclo menstrual se encuentren, para después compararlas por fases. También nos permitió tener un N mayor al que hubiéramos podido acceder coordinando el ciclo menstrual de las voluntarias”, detalló.
Justamente, en cuanto al número de voluntarias que necesitan para la investigación, la científica remarcó el agradecimiento a “Endoguerreras”, un grupo de casi cien mujeres ya diagnosticadas con la enfermedad, que se prestaron para participar del proyecto.
“La verdad estamos muy sorprendidos, porque nosotros largamos la convocatoria para voluntarias el día martes 11 de agosto, y ya tenemos agendadas las extracciones de agosto y una lista de espera para setiembre.
La Dra. Gladys Germano, que forma parte de nuestro grupo, ha atendido a la mayoría de estas mujeres con las que estamos muy agradecidos, porque siempre uno va a buscar al voluntario, a pedirle que participe, y acá, en este caso, se ofrecieron mujeres que ya saben que tienen el diagnóstico, y que no ganan nada si este proyecto culmina o no en la detección de un diagnóstico de la endometriosis. Pero ellas lo hacen porque no quieren que otras mujeres pasen por lo que ellas pasaron, donan su tiempo, su sangre, su experiencia, que no es fácil de contarla, por el bien de otras mujeres que puedan tener la enfermedad. Realmente el nombre de ‘Endoguerreras’ les va muy bien. Los testimonios de ellas son muy fuertes de escuchar y son los que me motivan cada día a seguir haciendo esto, aportar un granito de esperanza y poder hacer algo”, expresó.
Respecto a cuáles son los protocolos sanitarios que se aplican para las extracciones de sangre y para la conservación de las muestras, la científica explicó que las muestras se toman con todos los protocolos adaptados a la emergencia sanitaria, y agregó que la Facultad de Química les ofrece un lugar adecuado en Montevideo para la mejor seguridad de las voluntarias.
“Yo viajo con los implementos para hacer las extracciones, que las hago yo, porque al ser bioquímica clínica tengo la habilitación del Ministerio de Salud Pública para hacerlo. Se cumple con el protocolo, el uso del tapaboca, un lapso para desinfección de la sala entre una extracción y otra, y además conseguí en Facultad un lugar para dejar los descartes biológicos, también cumpliendo con todos los protocolos.
Cuando viajo a Montevideo, que debo hacerlo en vehículo particular por los equipos que traslado, viajo con una centrífuga y con un tanque de nitrógeno líquido, porque nosotros debemos detener el metabolismo de las muestras, y si yo las dejo a temperatura ambiente o en un freezer común, corro el riesgo de que el metabolismo siga produciéndose, y cuando analice las muestras, me dé un resultado diferente al que tenían cuándo las extraje. Entonces preparo el suero y las congelo en un tanque de nitrógeno, ese tanque me permite trasladar las muestras hasta Paysandú, donde ahí las conservamos en un freezer a -86ºC. A esa temperatura las muestras se conservan perfectamente.
Se vienen meses de mucho trabajo. Esperamos tomar muestras durante lo que queda del año, y el año que viene empezar con el análisis”, concluyó.
Alexandra Perrone
*Esta nota salió en la sección SobreCiencia de la revista Caras y Caretas el pasado viernes 21 de agosto.