“El techo de cristal sigue existiendo, pero las investigadoras jóvenes vienen con otra actitud, otra perspectiva”

Con Margarita Heinzen, agrónoma, cientista social y escritora.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                       Margarita Heinzen es ingeniera agrónoma y doctora en ciencias sociales. Tiene un profundo amor por la literatura que la llevó a escribir los libros “La urdimbre y la trama”, “De las mujeres soles” (Editorial Rumbo) y “Un montón de espejos” (Banda Oriental), con los que ha ganado premios.

Fue directora del Centro Universitario de Paysandú (CUP-Udelar) y de la estación experimental “Dr. Mario A. Cassinoni” de la Facultad de Agronomía (Udelar).

Heinzen dijo a SobreCiencia que siempre vivió la agronomía desde la universidad. Esto la llevó a tomar cargos de responsabilidad en gestión y a profundizar en el estudio de la construcción de institucionalidad universitaria, lo que la acercó a culminar su carrera en ciencias sociales.

Yo tuve la suerte de acompañar a Rodrigo Arocena en todo el desarrollo de la universidad en el interior. Y eso hizo que me planteara una cantidad de preguntas respecto al tema de los procesos institucionales, las políticas, los grupos de investigación, cómo se construye institucionalidad universitaria en un lugar donde no la hay. Ahora estoy trabajando en temas de las agendas académicas de los grupos de investigación que se instalaron en el interior del país, y en cómo se fijan los grupos que llegan donde no hay una estructura institucional. Este proceso empezó en el 2005 con el rectorado de Rafael Guarga y se profundizó con Arocena del 2007 hasta el 2014. Yo fui una protagonista del proceso”, expresó.

Heinzen contó que, cuando cursó la carrera, en su generación había 118 estudiantes y solo 14 eran mujeres. “Había que pelearla mucho”, porque el tema género estaba bastante invisibilizado, comentó

Teníamos que demostrar que no éramos menos. No era que nos volviéramos varones, pero sí teníamos que demostrar que podíamos voltear una oveja, que no le hacíamos asco a meter el dedo en la bosta, cosas de esas. En ese sentido, teníamos que demostrar que podíamos, a pesar de ser mujeres. Nosotros asumimos que teníamos que hacerlo así. En los últimos años de la dictadura, en facultad, había un profesor de sociología que decía que él entendía que la mujer no era apta, y estábamos nosotros cursando, nos lo decía en la cara. Tuvimos que pelearla mucho. Cuando yo salí de la facultad había muy poco trabajo para el agrónomo, y en llamados para algunos cargos públicos, decía sexo masculino, expresamente. Y nosotros íbamos y nos presentábamos igual”, detalló.

Sin embargo, la científica comentó que si bien existe el denominado “techo de cristal”, hay un cambio positivo en las generaciones más jóvenes, y se ha tomado conciencia del problema.

Yo veo otra actitud, por ejemplo en las mujeres jóvenes, donde se plantean las cosas desde otro lugar. Se tienen los mismos derechos. Ahí creo que una de las diferencias más importantes es el cambio de perspectiva, eso es lo que yo visualizo más. Ahora como que las mujeres se han empoderado del tema. Puede ser que acá en el interior, en algunos sectores haya un poquito más de recelo frente a una mujer, pero pienso que en todos lados estamos haciendo los procesos similares. Si lo miramos en la propia universidad, en los cargos intermedios hay muchísimas mujeres. Sin embargo, los decanos siguen siendo varones, los rectores siguen siendo varones, ha habido decanas muy buenas, pero ni siquiera fueron propuestas para rectoras”, concluyó.

Escuchar entrevista:

Tags from the story
,