Los suelos desnudos retienen menos el agua de las lluvias, dijo la especialista Gabriela Fernández. En un nuevo intento por hacer visible cómo el conocimiento científico tiene impacto diario en la población, SobreCiencia tuvo la oportunidad de entrevistar a Gabriela Fernández, magíster en ciencias ambientales y licenciada en geografía por la Facultad de Ciencias (UdelaR). Actualmente Fernández forma parte de un equipo de trabajo que a través de un convenio entre la Facultad de Ciencias y la Intendencia de San José, busca mitigar el impacto de inundaciones en el departamento.
Fernández explicó que su grupo de trabajo no estudia las inundaciones como hecho puntual, sino que busca establecer las causas que puedan haber agravado las mismas. En este sentido es que se estudia toda la cuenca del río San José: “todo el territorio que ocupa el río y todos sus afluentes, hacemos un trabajo a nivel de integración en el territorio, vemos como el agua infiltra, como escurre.”
La primer parte del convenio se centraba en realizar un diagnóstico. Según Fernández cuando hablamos de inundaciones por desborde del río tenemos que pensar en dos componentes: los aportes que puede recibir por precipitación directa, y la velocidad con la que el agua de lluvia pasa desde el suelo que compone la cuenca hasta el río.
A través del Instituto Uruguayo de Meteorología (Inumet) se pudo acceder al registro de las precipitaciones en la cuenca de los últimos 30 años, determinando así una serie climática. Esto permitió concluir que “no hay un incremento de precipitación, el volumen de agua, cae en la misma cantidad. Lo que ocurre es que tenés eventos que son muy intensos. La distribución no es homogénea y, algunas veces, en pocas horas precipite mucho.”
En cuanto al suelo que compone la cuenca, San José vivió un cambio importante en el uso que se le da al mismo en los últimos 30 años. Se pasó de ser un departamento abocado mayoritariamente a la ganadería extensiva y la lechería, a tener importantes extensiones de suelo dedicadas al monocultivo, entre los que se destaca la soja. “El tema es que la forma de cultivar. Es lo que se llama la siembra directa, que utiliza mucho herbicida. Por varias semanas el suelo queda desnudo, sin cobertura vegetal. Las plantas, el pasto, la vegetación, funcionan como un paragua cuando llueve”.
Estos dos factores combinados, la posibilidad de precipitaciones intensas y el suelo “más compacto, que infiltra menos y retiene menos tiempo el agua”, provocan que el río crezca mucho más rápido de lo normal. Antes, de acuerdo a un estudio realizado por el equipo, una precipitación fuerte en la cuenca podía demorar hasta cuatro días en alcanzar el río y repercutir en su caudal. “Actualmente lo que se ve es que una ante una precipitación fuerte, cuando sucede en la cuenca, el río responde en un día. Tenés 24 horas, no tenés mucho tiempo para poder tomar medidas de contingencia. Ese es el gran problema que hay.”
La segunda parte del convenio busca brindar a la Intendencia de San José una serie de recomendaciones que permitan mitigar el impacto de fenómenos que se encuentren dentro de determinada escala.
Se destaca la creación de un mapa de riesgo. Se trata de identificar las áreas que primero se verían afectadas frente a un desborde del río y a partir de esto qué zonas poblacionales deberían tener prioridad para relocalizarse. Qué hacer en estas zonas que quedarían libres o qué soluciones se deben ofrecer a los pobladores queda en manos de la intendencia, que tiene potestad sobre el ordenamiento territorial.
“El otro tema que estás teniendo, que no es menor, es el tema de determinadas construcciones que se hacen en la ciudad que puede llegar a favorecer la inundación”. Fernández señala el excesivo uso de cemento, que disminuye la capacidad de absorción del suelo, y los rellenos que realiza la gente, “salvas tu casa porque la haces mas alta pero estas matando al que tenés al lado, por ejemplo”
Finalmente una de las alternativas que se maneja es la posibilidad de realizar un “bypass” al arroyo “Carreta Quemada”, afluente del río San José que llega al mismo justo frente a la ciudad. La idea sería sacar agua de allí para achicar el caudal del río.
Texto: Juan Vique
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