El Pte. del INIA José Bonica, y el gerente de Innovación Miguel Sierra, cuentan por qué el futuro del Uruguay productivo debe ir de la mano de la ciencia. Hay cuatro ejes que orientan el trabajo del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria (INIA), estos son el concepto “Una Salud”, la bioeconomía circular, las transiciones agroecológicas y la digitalización, y la automatización y minería de datos.
Para profundizar en el tema hablamos con el presidente del Instituto Nacional de Investigación Agropecuaria, José Bonica, quién dijo a SobreCiencia que cuando en Uruguay se habla de producción de carne, se habla de biodiversidad. Agregó que cuestionar la producción de carne y el consumo de carne, más que una traba, es una oportunidad que tiene el país.
Bonica dijo que para mostrar nuestros sistemas de producción y nuestros productos, y contar qué hay atrás de cada kilo de carne que se exporta, hay que utilizar varias estrategias, entre ellas, tener datos confiables.
“Hay una historia que llega a la casa del consumidor sea cual sea el lugar del mundo en el que esté. Otra estrategia es cómo producimos. Y al hablar de carne y de cómo producimos, estamos hablando de biodiversidad, no solo hablamos de animales, sino también de vegetales, porque estos vacunos con los que producimos la carne, la mayor parte del tiempo lo pasan en el campo natural, y eso es una comunidad de distintas y numerosas especies de vegetales”, detalló.
Por su parte, el ingeniero Miguel Sierra. gerente de Innovación y Comunicación del INIA, resaltó el concepto de “Una salud”, y de la interdependencia de la salud animal, con la humana, vegetal y ambiental. Agregó además que trabajar este aspecto en forma integral, es uno de los desafíos del plan estratégico del INIA.
“Tenemos que mejorar en forma integral de una mejor manera lo que es la salud animal en lechería, carne y lana, también en protección vegetal, generando materiales genéticos resistentes a plagas y enfermedades”.
Sierra habló también de la importancia de la intensificación sostenible, que refiere a seguir produciendo alimentos en mayor cantidad pero con un impacto ambiental cada vez menor.
Expresó que el desafío también comprende disminuir la utilización de productos agroquímicos sintéticos, para integrar más el control biológico natural, las rotaciones entre cultivos y pasturas y leguminosas, logrando sistemas más sostenibles.