Entrevista a la doctora Isabel Bortagaray. Isabel Bortagaray es socióloga y doctora en Políticas Públicas en Ciencia y Tecnología (Georgia Institute of Technology, Atlanta, Estados Unidos). Ha trabajado sobre políticas públicas de ciencia, tecnología e innovación en España, Argentina, Brasil, Colombia, Costa Rica, Panamá y Nueva Zelanda. Hoy es profesora adjunta del Instituto de Desarrollo Sostenible, Innovación e Inclusión Social (IDIIS), en el Centro Universitario de Tacuarembó de la Universidad de la República (Udelar). En los últimos años ha participado de varias investigaciones vinculadas a la relación que existe entre cultura, innovación, ciencia y tecnología en Uruguay.
Bortagaray contó a SobreCiencia que actualmente trabaja en un proyecto de investigación enfocado a cómo se percibe al sector forestal desde distintos actores de la sociedad, teniendo en cuenta el desarrollo de la industria maderera y ante el impacto que podría generar el proyecto UPM II.
“Hay mucha expectativa, mucho cuestionamiento, incertidumbre”, dijo y contó que tienen un proyecto de investigación en el que observan cómo se percibe al sector forestal desde distintos públicos y actores de la sociedad, “porque tampoco es que haya una visión uniforme, no es fácil acceder a una información integral y que deje a las personas satisfechas, con una información confiable”. A su entender, es muy difícil armarse una idea cabal porque es un tema muy complejo, “hay intereses muy fuertes por detrás y problemáticas que sin duda nos van a afectar para bien o para mal, va a tener mucho impacto”, añadió.
La experta agregó que cuando se inició la industria forestal la idea de modelo era diferente, ya que abarcaba otros subproductos y dinámicas industriales que finalmente no se dieron, quedando la celulosa como el principal subsector.
Con respecto a qué modelos de políticas públicas de ciencia, tecnología e innovación son los más exitosos, Bortagaray dijo que lo importante es diseñar políticas que contemplen de antemano los efectos de la tecnología y la innovación en la sociedad, porque “no todos los efectos recaen en los grupos de la misma manera, hay colectivos que se pueden perjudicar, agregó.
Sobre los modelos que han demostrado ser eficaces en otras partes del mundo y que podrían llevarse a cabo en Uruguay, la científica señaló como ejemplo a Costa Rica, dónde hay iniciativas que conectan lo ambiental con lo sustentable.
También mencionó a Dinamarca, dónde la industria láctea ha sabido transversalizar capacidades tecnológicas a otros sectores.
En ese marco, consideró que las políticas de ciencia, tecnología e innovación pueden ser herramientas para trabajar en equidad de género y, comentó que observar la movilidad de las mujeres dentro del sistema podría ayudar a generar políticas explicitas para contemplar y equilibrar esos procesos.
“Hubo todo un proceso de expansión en el interior. Yo no tengo la sensación de que por estar en el interior tenga diferencias, yo estoy en el área de ciencias sociales, que hay más mujeres”, comentó.
A su entender, el problema es tan profundo y grave que no cree que con acciones se reviertan. “Pero sin duda tienen que estar integradas porque yo creo que parte importante del problema es que nosotros hacemos muchos esfuerzos pero fragmentados”, sostuvo y acotó: “creo realmente que tiene que haber una planificación más sistémica. Y desde las políticas tiene que haber una cuestión de integración y planificación conjunta, por ejemplo, tiene que vincularse con todo el sistema educativo, desde la escuela primaria en adelante y después a nivel de ciudadanía hay mucho por hacer porque nosotros reproducimos modelos sin darnos cuenta”, concluyó.