La investigación se publicó en “Blood”, la principal revista a nivel mundial en el área de hematología. Científicos del Institut Pasteur de Montevideo y del MD Anderson Cancer Center, de Texas (Estados Unidos), demostraron que el fármaco Ibrutinib, un medicamento reciente para el tratamiento de la leucemia linfoide crónica (LLC), la más común en adultos, disminuye la cantidad de células tumorales en pacientes resistentes al tratamiento estándar.
SobreCiencia conversó con Pablo Oppezzo, coordinador de esta investigación y responsable del Laboratorio de Investigación en LLC del Institut Pasteur de Montevideo. Oppezzo explicó que el Ibrutinib es un inhibidor de la señalización y de la activación de la célula tumoral que ha demostrado ser muy efectivo en pacientes con este tipo de leucemia, que no respondían al tratamiento estándar.
El científico agregó que esta publicación se generó con la colaboración de Jan A. Burger del Departamento de Leucemia, División de Medicina del Cáncer del MD Anderson Cancer Center.
“En el 2017 sale una publicación en Nature. En esta revista sale publicado que dos drogas, tanto el Ibrutinib como la Acalabrutinib, terminaban aumentando la cantidad o la expresión de una enzima que es una enzima mutagénica, es decir, que muta el ADN. Claro, el corolario final era ‘cuidado’ con estos fármacos, porque como por otro lado son dados de por vida, pueden generar que se produzcan en el tiempo más mutaciones en la célula tumoral. Estos cambios en el ADN, pueden llevar o podrían llevar a una proliferación del tumor, o una refractariedad al tratamiento”, explicó.
“Nosotros justo en ese momento estábamos estudiando la enzima AID, justamente en la leucemia linfoide crónica. Y estábamos con esta colaboración en EE. UU., donde tenían la posibilidad de estudiar pacientes que habían sido tratados con esta droga. Esto nos permitió a nosotros contar con muestras y empezamos esta colaboración en la que pudimos estudiar a nivel completo cómo era la expresión de la enzima AID antes y después del tratamiento con el mismo paciente. Estas son de las ventajas más grandes que se tienen cuando tenemos ensayos clínicos y el posterior guardado de las muestras clínicas de esos pacientes, porque nos permite hacernos preguntas en retrospectiva y después poder ver qué pasa”, detalló.
Como resultado de esta investigación pudieron demostrar que el fármaco Ibrutinib no solo no aumenta la enzima tumoral sino que disminuye a la enzima AID. Oppezzo dijo que los pacientes que necesitan el tratamiento en leucemia linfoide crónica son alrededor de un treinta por ciento y que dentro de ese porcentaje, los pacientes que son refractarios al tratamiento habitual, llegan a un diez u once por ciento. El científico aclaró que actualmente estos casos tienen un diagnóstico adecuado gracias a la posibilidad del secuenciado masivo de ADN.
“Por ejemplo, cuando un paciente tiene mutaciones o tiene deleción de uno de los genes en su ADN, el gen TP53, el paciente se hace refractario al tratamiento estándar. Es ahí que entran estos fármacos. Con la posibilidad del secuenciado masivo del ADN esto se hizo más específico y de esta manera se está intentando buscar, no solo si el gen está cortado (le falta ese pedazo de ADN) sino también se buscan mutaciones que lleven a la pérdida de la función de ese gen y eso se hace por secuenciado masivo. De esta manera, el porcentaje de pacientes se elevó porque las técnicas de secuenciado masivo permite identificar pacientes que antes no se identificaban”, aclaró.
Algo importante a destacar es que el Ibrutinib es uno de los fármacos que el Fondo Nacional de Recursos incluyó en 2018 para tratar esta enfermedad.
Oppezzo hizo referencia al MD Anderson Cancer Center, como uno de los institutos más grandes en oncología y de aplicación a la clínica, ya que su forma de funcionar en el día a día está basada en la interacción entre biólogos, bioquímicos, genetistas y médicos. Agregó que es fundamental que en nuestro país se puedan realizar ensayos clínicos.
“Esta forma de funcionar permite hacer preguntas relevantes desde el punto de vista biológico, con un impacto final en la clínica médica muy real. Algo que en Uruguay estamos tratando de hacer, mi grupo lo está haciendo con el grupo de Hematología del Hospital Maciel, con el doctor Raúl Gabus, y con la cátedra de Hematología del Hospital de Clínicas, pero son cosas que se tiene que crear la cultura”, dijo.
“El esfuerzo es grande para estar a ese nivel de competencia y tarde o temprano tenemos que aprender a trabajar de esta forma, con esta interacción, esta posibilidad de hacer ensayos clínicos en humanos con drogas que están siendo de avanzada y que termina redundando en una mejoría para el paciente”, concluyó.
Texto: Alexandra Perrone
Entrevista: Gustavo Villa