Soja no transgénica en Uruguay: un proyecto científico que abre oportunidades. En el mundo cada vez son más los consumidores que valoran particularmente la inocuidad de los alimentos y a su vez que sean producidos a través de un proceso saludable con el medio ambiente. En nuestro país se viene trabajando en un proyecto de producción de soja no transgénica utilizando el control biológico de plagas y evitando así el uso de insecticidas químicos para estos cultivos. Esta iniciativa dirigida a mercados europeos, es financiada por la Agencia Nacional de Investigación e Innovación (ANII) y llevada adelante por las empresas Barraca Erro (Uruguay) y Bioline (Francia), en conjunto con la Facultad de Agronomía (Udelar).
SobreCiencia conversó con el ingeniero agrónomo César Basso, entomólogo del Departamento de Protección Vegetal de la Facultad de Agronomía, quien nos habló sobre la importancia del control biológico de plagas, lo que se ha investigado y lo que se viene haciendo al respecto en nuestro país. Basso contó que el objetivo de este proyecto es generar un producto innovador que facilite la comercialización en mercados exigentes, principalmente, europeos.
“La soja es nuestro tercer rubro de exportación, tiene un impacto económico y social muy grande, pero también tiene impacto ambiental, porque tenemos más de un millón de hectáreas, un cultivo de verano, y como todo cultivo de verano tiene muchas plagas de insectos. El país nunca había tenido una cosa así. Entonces lo que tenemos que tratar es de reducir ese impacto ambiental.
A su vez, la soja es un producto genérico. Si nosotros pensamos en el tamaño del Uruguay, en su volumen de exportación, tenemos que pensar que el Uruguay tiene que salir de lo genérico y pasar a una producción más diferenciada. Nosotros estamos trabajando para generar un producto diferenciado, que no sea transgénico y a su vez que haya sufrido un proceso amigable con el medio ambiente, o sea, que haya recibido una menor carga de insecticidas”, explicó.
Basso agregó que se ha generado una genética no transgénica que está disponible, fruto de un trabajo de investigación genética realizada en Uruguay y en Argentina. El experto contó que existen producciones que han podido prescindir de los insecticidas químicos, sustituyéndolos por insectos que se venden como productos.
“Por ejemplo, hay 30 hectáreas en Salto de morrones con control biológico. Y al entrar a esos invernaderos se respira vida, porque no tienen la carga de los insecticidas y generan una fauna totalmente diversa. Y eso es muy valorado por los productores. Esto demuestra que hay un camino, y lo bueno es que Uruguay ya cuenta con una legislación al respecto. La idea es crear alianzas entre la industria, la ciencia, los consumidores y el compromiso del Estado, porque precisamos adecuar muchas otras reglamentaciones. Yo creo que el país tiene que marcarse un calendario, definir plazos y generar una dinámica, porque si hoy se prohíben los insecticidas, no tendríamos otras herramientas. Tenemos que generar un proceso con plazos y que todos los actores se empiezan a alinear para encontrar soluciones.
Es bueno asegurar que lo que tenemos de sobra es capacidad científica, estamos en un momento muy propicio para estos cambios, hay todo un conocimiento acumulado, una capacidad y un mundo reclamando cosas, si podemos sumar nuestra capacidad a lo que exige hoy el consumidor nacional e internacional, cerramos el círculo. Esa sería la apuesta de un país pequeño que de algún modo está jugado a brindar productos de calidad. Y hay que tener claro que esto es parte de una alianza de intereses, poder sumar y lograr compromisos para que no quede sólo en experiencias puntuales. Estamos en condiciones de pasar a una etapa superior”, reflexionó.
El control biológico y el Aedes aegypti
Otra investigación científica a la que está vinculado Basso es la relacionada con el mosquito Aedes aegypti, un tema con el que investiga hace más de 15 años, cuando apenas se hablaba de la posibilidad de la llegada del dengue a nuestro país.
“Nosotros empezamos hace 15 años, cuando en realidad el mosquito había vuelto al país, pero la posibilidad de tener la enfermedad no era tan certera, y poco a poco fuimos confirmando que teníamos un riesgo cada vez mayor, que finalmente se concretó en el año 2016. Hoy podemos decir que el riesgo está latente y esto implica un gran desafío; porque el verano pasado no tuvimos casos de dengue autóctono, lo que quiere decir que no es inevitable, que tenemos un margen”, explicó.
Basso anunció además que se viene trabajando en conjunto con el Ministerio de Salud Pública (MSP) y el Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA), en la aplicación de la denominada “técnica del macho estéril”, que se basa en la esterilización del mosquito Aedes aegypti a través de la utilización de energía nuclear, algo que en algunos países se está utilizando, comentó. Sin embargo, aclaró, el mejor método sigue siendo la conciencia social y el comportamiento humano para no favorecer la reproducción del mosquito.
“En Uruguay se está pensado hacer una experiencia en una ciudad del interior. Existen pocas experiencias en el mundo, muy pocas, pero abren otra expectativa. De todas formas hay que aclarar que a pesar de que se manejen varios métodos, los resultados que se tienen no son muy concluyentes. Por lo tanto, no existen mecanismos milagrosos para combatirlo, quedamos claramente vinculados al comportamiento humano en reducir los recipientes para que los mosquitos no se reproduzcan”, advirtió.
“ Las razones que pueden llevar a que se presenten casos de dengue son varias, por eso siempre decimos que las vulnerabilidades de las distintas zonas responden a distintas causas. Por ejemplo, una zona como Pocitos está muy influenciada por los viajeros, ahí estamos muy expuestos a los orígenes por lo cual puede llegar la enfermedad, y por ejemplo, un habitante de una zona de frontera va a estar sometido a otro tipo de riesgos. Una de las particularidades de nuestro estudio es tratar de determinar también los factores de riesgo. Cabe aclarar que está comprobado que los químicos no resuelven el problema, el efecto que tiene un producto sobre una población de mosquitos es mínima”, concluyó.
Texto: Alexandra Perrone