La armonía entre el desarrollo humano y el cuidado de la diversidad biológica es el principal desafío que tiene la humanidad, sostuvo el paleontólgo Richard Fariña.
A lo largo de la historia evolutiva de los últimos 540 millones de años, se han caracterizado cinco extinciones masivas, cinco grandes caídas en la diversidad biológica. Hoy estamos viviendo y protagonizando la denominada “sexta extinción masiva” como agentes esenciales debido al éxito evolutivo de la especie humana, dijo a SobreCiencia el paleontólogo Richard Fariña, quien agregó que esto pasa desde tiempos prehistóricos, hace 40 mil años, y que continúa hasta el presente.
“Esto no sucede porque seamos más malos que cualquier otra especie, porque toda especie biológica trata de dominar la mayor cantidad de energía y materia posible del ecosistema. Lo que pasa es que nuestro motor evolutivo es el cerebro y el desarrollo del cerebro nos ha llevado a la consideración reflexiva de las cosas. Pero hay aspectos de este éxito que no nos gustan, porque no queremos que sigan desapareciendo especies. Quizás podamos encontrar la armonía entre el desarrollo de la sociedad humana y el cuidado de la diversidad biológica, ese es el principal desafío que tiene la humanidad”, expresó el científico.
Fariña participa además en el Curso sobre Evolución del Cerebro y la Mente que se viene desarrollando en el Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable (IIBCE) hasta el próximo 12 de setiembre, con el tema evolución del cerebro.
“Esta es una tesis de maestría de un estudiante mío, Sebastián Tambusso, que se puso a estudiar los cerebros de animales que están extintos hace mucho tiempo, algo que se logra gracias a algunos avances tecnológicos. Si se hace la tomografía de un cráneo que ya no tiene las partes blandas, ni el cerebro, ni músculos o piel, el hueco puede procesarse de tal forma que se puede hacer una reconstrucción muy buena y observar muchas características del cerebro de esos animales. Y hoy en día con las impresoras 3D, se puede hacer la impresión y tener el cerebro de un gliptodonte en las manos. La anatomía comparada cuando está la dimensión del tiempo presente es de gran auxilio en la concepción de cómo evoluciona el cerebro”, explicó Fariña.
Los hallazgos del Arroyo del Vizcaíno y antigüedad de la presencia humana en América
Fariña, que es doctor en Ciencias Biológicas e investigador Programa de Desarrollo de las Ciencias Básicas (Pedeciba), contó a SobreCiencia la historia del hallazgo del yacimiento del Arroyo del Vizcaíno ubicado cerca de la ciudad de Sauce, en el departamento de Canelones, descubierto tras una gran sequía en el año 1997.
“La gran mayoría de los hallazgos no los protagonizamos nosotros, los fósiles están en el campo, están en el interior, el hallazgo fue tras una seca muy importante que hizo que uno de los productores de la zona bombeara el agua para regar unas remolachas y allí aparecieron muchos huesos de gran tamaño. La gente de campo tiene mucha familiaridad con la anatomía de los animales, pero cuando vieron un fémur de más de un metro de longitud, llamaron a la gente del liceo. Y fueron estudiantes y profesores los que comenzaron con el rescate de los fósiles. Ahí empezó la historia en la que me involucré un poco tardíamente”, contó el experto.
Este yacimiento, en el que se continúa investigando, plantea la hipótesis de que la presencia humana en América podría ser más antigua del paradigma más aceptado, que es de unos 15 mil años. Esto se debe a las marcas de los huesos encontrados en el lugar, que tras pruebas realizadas datarían de unos 30 mil años atrás. Y estas “marcas” podrían haber sido ocasionadas por herramientas construidas por humanos.
“Hay algunos otros agentes que también dejan marcas en el hueso, como carnívoros, raíces, o el pisoteo cuando el hueso queda allí expuesto, con un poco de sedimento por arriba y pasan otros animales. Hay 15 marcas bien estudiadas que tienen evidencia clave, lo cual vuelve muy improbable que ninguna de ellas sea debida a la acción de herramientas. Hasta hoy, 20 años más tarde, podemos decir que este yacimiento es tan grande que no sabemos hasta dónde sigue por debajo de las barrancas que rodean al arroyo. Yo creo que no voy a ver el final de la excavación del yacimiento porque quedan muchísimos años de investigación”, concluyó.
Texto: Alexandra Perrone
Foto: Web Radio Uruguay
Entrevista: Gustavo Villa